3.3.08

Estaba sentado en un café de la llamada Zona Romántica, un lugar lleno de restaurantes, bares, tiendas, etc,. Un sitio para caminar, para ver y ser visto, con mesas a la orilla de la calle y algunas con vista al mar. Disfrutaba de un delicioso smoothie de frutas y comenzaba a leer las primeras páginas del libro que recién había comprado. Eran cerca de las 6 de la tarde, el sol comenzaba a bajar para dar paso al atardecer, la gente paseaba de un lado a otro. En la mesa de atrás había dos señores gringos en apariencia, a mi izquierda una señora que tomaba un cafe y leía una revista de moda. Hacia mi derecha la mesa estaba vacía hasta que llegaron 3 personas, 2 hombres y una mujer, ellos hablaban español, ella extranjera con acento extraño, puede ser rusa, polaca o checa, sus palabras eran pronunciadas en un inglés muy rebuscado. Yo intentaba concentrarme en mi lectura pero sus casi gritos me lo impedían. Sin querer, comencé a escuchar sus frases sueltas porque ni siquiera tenían el tono de conversación y me quedé incrédulo de todo lo que estos jóvenes le decían a la muchacha que parecía no tener idea ni en dónde se encontraba y menos de lo que le hablaban, pero ella reía y bebía. La falta de cultura, las mentiras, el choro vil me empezaron a poner de nervios, nada de lo que decían era cierto, no sé si lo inventaban por gusto o de plano su ignorancia era enorme. Sin caer en los detalles me preocupé de cierta forma en todo esto y me lleva a reflexionar en el gran problema de la poca cultura, por supuesto, pero también en el tema de las traducciones e interpretaciones. Es cierto que no está bien meternos en las conversaciones de los demás para corregir sus errores pero en estos casos sí deberíamos estar alertas ante la basura de información que se genera, se transmite y se está hablando todos los días. El tema de conversación para mucha gente es simplemente lo que oye en su casa, lo que le dice el vecino y lo que vió y escuchó en la tele. Pero me pongo a pensar, si esto pasa en la esquina de cualquier cafe imagínense en alguna reunión de alto nivel diplomático, en la sede de algún organismo internacional en la que entablan una conversación traducida un chino, un hindú y un francés. Ya parece chiste, no? jaja. Cada uno de ellos cuenta con sus respectivos intérpretes, claro está, pero cómo saber si lo que dicen es correcto, si no están desviando el tema de conversación, si el traductor tiene otros intereses, si están comprados, si están manipulando, si quieren llamar la atención. Esto es real, es verdad y podría generar graves conflictos. Lo ideal sería que para cada intérprete hubiera un segundo supervisando lo traducido, pero seguramente eso generaría la intervención de un tercero y otro y otro más hasta formar una absurda cadena de observadores y verificadores de la "verdad", y tampoco queremos llegar a eso, a la censura, a la limitación, a la vigilancia extrema, en fin. Preocupémonos por estar bien informados y por cultivarnos cada día.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Te mando besos y te dejè tarea en mi blog.

Marisolirais dijo...

Ja, yo tengo la maldita manía de escuchar conversaciones ajenas, no me enorgullece, pero creo que es una forma más de conocer al ser humano en esa parte que no muestra cotidianamente...incluso en su incultura.

Saludos

Jana dijo...

No pues si por eso tenemos los mexas fama de incultos,,, hasta pena da jejeje.
saluditos!!

por cierto de que hablaban?? jajaj el chisme ante todo jaja

★..Fanny..★ dijo...

Eso es SÚPER cierto... para saber si la información que está llegand a ti es verídica, si está basada en puntos objetivos y demás. Lo mejor en estos casos, es, como dices estar bien informado. No hay más. Nunca es buena toda la confianza ni tampoco toda la desconfianza